Primero fueron las setas, que descansaban entre escarcha en
un pinar sobre un tapiz de nieve. No nos vamos a engañar, llegamos un poco
tarde: los pies de muchas setas estaban ya tan duros como nuestras navajas,
pero… ¡mirad qué vistas!
Aun así, no nos pudimos quejar, recogimos varias cestas bien
cargadas de níscalos, que fueron los protagonistas principales de más de un
guiso. Además, no podía faltar la seta de los enanitos, la Amanita muscaria, siempre tan llamativa y reluciente.
Fue una semana después cuando recogimos las castañas, dentro de un impresionante otoño brumoso, de laderas parcheadas en múltiples colores y un infatigable vaho que nos perseguía en cada una de nuestras conversaciones.
Como la semana anterior, la jornada terminó en la plaza del pueblo, devorando la comida que entre todos compartimos.
Fueron unas cuantas las caras nuevas y muchos los buenos
ratos, así que ya sabéis: estad atentos a nuevas convocatorias y ¡no os las
perdáis!
Desafortunamente no pude participar,uds nunca respondieron. Mi solicitud.
ResponderEliminarBuenas Liz, acabo de comprobar los mensajes enviados y me aparece que sí que te respondimos. Quizá hubo un error y no te llegó correctamente. Un saludo.
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